miércoles, 30 de octubre de 2013

EL EQUILIBRIO

 La Corte Suprema ha emitido su fallo sobre la Ley de Medios. Como era absolutamente previsible, ha declarado constitucional los puntos de la ley impugnados por el Grupo Clarín. Por supuesto, ha generado reacciones esperables: los integrantes de la oposición que votaron en su momento a favor, advierten sobre los riesgos de su aplicación por este Gobierno, los kirchneristas festejan exultantes, Clarin llora amargamente acompañado por buena parte de la derecha ultraliberal, los ingenuos quieren creer que esto es el comienzo de la democratización informativa y Carrió denuncia pactos secretos y conspiraciones. Todo previsible.

Se acusa a la Corte, desde una parte de la oposición, de haber emitido un fallo político. No entraremos a considerar generalidades tales como que todo fallo judicial es político en sentido amplio. Vamos a conformarnos con la idea de político en su sentido más restringido de Partidario y/o coyuntural. Y sí; el fallo es político en ese sentido, pero no por su contenido, si no mas bien por la oportunidad. Y me parece al menos coherente con la línea de los supremos desplegada hasta ahora.

La Corte le permitió al Kirchnerismo pasar de la depresión post electoral a la euforia post fallo. Las redes sociales se llenaron de opiniones desquiciadas y de mal gusto. Hasta medios oficialistas, como es el caso de CN23, salieron con titulares que parecían extraídos de alguno de los foros que los paradójicamente desaforados, utilizan para insultarse mutuamente. Sabbatella buscó aprovechar el momento y de paso olvidar la derrota aplastante sufrida en Morón, que lo obliga a acentuar su dependencia del cristinismo para sobrevivir en algún cargo. Fue deprimente. Pocas veces se vio a un funcionario convocar a conferencia de prensa para mostrar su falta de idoneidad. En poco tiempo será olvidado. Gvirtz guarda la grabación para utilizarla cuando arregle con el massismo o quien venga.

La Corte era plenamente consciente del efecto de su fallo. Y buscó ese efecto. Podría haber esperado una semana o quince días más. La decisión estaba tomada desde tiempo atrás y no se había hecho efectiva solo para esperar las elecciones. ¿Porqué entonces tan rápido?.

Quienes siguen el accionar de los supremos, se dan cuenta que han buscado permanentemente el equilibrio entre limitar al Gobierno y no afectar la gobernabilidad. Es decir, evitar que el Gobierno quede tan débil que se altere el orden sucesorio establecido. Mas simple; que pueda llegar a 2015.

Los que permanecemos atentos a las noticias nos damos cuenta que, a partir de la publicación de los resultados electorales, el Gobierno quedó Knock Out. Las estúpidas y forzadas sonrisas del festejo kirchnerista en la noche de la gran derrota no alcanzaron a disimular que la paliza había sido grande. El clima de final de ciclo se había acentuado demasiado. La corte decidió actuar. Se cambió de tema y el Gobierno respiró aliviado.

El fallo, más allá de alguna atendible objeción de Maqueda y Argibay, es correcto. La ley es constitucional. Hasta EEUU tiene leyes antimonopólicas. Es inobjetable en ese sentido y los supremos demuestran en cada una de sus resoluciones solvencia y estatura jurídica (aunque sabemos que las bibliotecas legales siempre están partidas por la mitad).


El equilibrio ha sido restaurado, pero es transitorio. Habrá nuevos capítulos de esta historia y la Corte tendrá que intervenir nuevamente. La lucha entre Clarin y el Gobierno quizás nos depare, con algo de suerte, que ambos queden exhaustos. Clarin miente; el Gobierno también.