Se acusa a la Corte, desde una parte de la oposición, de
haber emitido un fallo político. No entraremos a considerar generalidades tales
como que todo fallo judicial es político en sentido amplio. Vamos a
conformarnos con la idea de político en su sentido más restringido de Partidario
y/o coyuntural. Y sí; el fallo es político en ese sentido, pero no por su
contenido, si no mas bien por la oportunidad. Y me parece al menos coherente
con la línea de los supremos desplegada hasta ahora.
La Corte le permitió al Kirchnerismo pasar de la depresión
post electoral a la euforia post fallo. Las redes sociales se llenaron de
opiniones desquiciadas y de mal gusto. Hasta medios oficialistas, como es el
caso de CN23, salieron con titulares que parecían extraídos de alguno de los
foros que los paradójicamente desaforados, utilizan para insultarse mutuamente.
Sabbatella buscó aprovechar el momento y de paso olvidar la derrota aplastante
sufrida en Morón, que lo obliga a acentuar su dependencia del cristinismo para
sobrevivir en algún cargo. Fue deprimente. Pocas veces se vio a un funcionario
convocar a conferencia de prensa para mostrar su falta de idoneidad. En poco
tiempo será olvidado. Gvirtz guarda la grabación para utilizarla cuando arregle
con el massismo o quien venga.
La Corte era plenamente consciente del efecto de su fallo. Y
buscó ese efecto. Podría haber esperado una semana o quince días más. La
decisión estaba tomada desde tiempo atrás y no se había hecho efectiva solo para esperar
las elecciones. ¿Porqué entonces tan rápido?.
Quienes siguen el accionar de los supremos, se dan cuenta
que han buscado permanentemente el equilibrio entre limitar al Gobierno y no afectar la gobernabilidad. Es decir, evitar que el Gobierno quede tan débil que
se altere el orden sucesorio establecido. Mas simple; que pueda llegar a 2015.
Los que permanecemos atentos a las noticias nos damos cuenta
que, a partir de la publicación de los resultados electorales, el Gobierno
quedó Knock Out. Las estúpidas y forzadas sonrisas del festejo kirchnerista en
la noche de la gran derrota no alcanzaron a disimular que la paliza había sido
grande. El clima de final de ciclo se había acentuado demasiado. La corte decidió
actuar. Se cambió de tema y el Gobierno respiró aliviado.
El fallo, más allá de alguna atendible objeción de Maqueda y
Argibay, es correcto. La ley es constitucional. Hasta EEUU tiene leyes
antimonopólicas. Es inobjetable en ese sentido y los supremos demuestran en
cada una de sus resoluciones solvencia y estatura jurídica (aunque sabemos que
las bibliotecas legales siempre están partidas por la mitad).
El equilibrio ha sido restaurado, pero es transitorio. Habrá
nuevos capítulos de esta historia y la Corte tendrá que intervenir nuevamente.
La lucha entre Clarin y el Gobierno quizás nos depare, con algo de suerte, que
ambos queden exhaustos. Clarin miente; el Gobierno también.