Para los integrantes del Gobierno
y sus adherentes este Diciembre que ya se termina, se ha hecho larguísimo.
Cuando habían puesto todos sus ruegos (y muchos gendarmes) enfilados a que no
se repitieran los saqueos, saltó la térmica. Buena parte de la población mira
con atención la lamparita, esperando que vuelva a encenderse o que no se apague
durante la noche y arruine el descanso.
Pero la falta de energía
eléctrica ha tenido dos resultados negativos para la administración. Uno era
previsible; los damnificados cortan calles y prenden fuego. El otro no era tan
previsible; los cortes produjeron en algunos funcionarios una mudez
estruendosa, a otros el calor parece
haberles producido lesiones cerebrales, dado que solo balbucean incoherencias.
Nadie acierta a dirigirse a la población con algún tipo de discurso que le dé al
menos una esperanza de mejorar su situación.
Desde los medios claramente
alineados en la oposición se reclama la palabra presidencial. No es inocente; saben
que no hay nada bueno para decir y que, por tanto, nada se dirá. De paso
algunos operan para las empresas reclamando libertad de tarifas y el fin de los
subsidios para que “puedan invertir”. Como si en este capitalismo
de rapiña que el kirchnerismo no ha querido cambiar, las empresas tuvieran
algún otro interés que maximizar su ganancia sin importar cómo. El argumento es
falaz: en las provincias, donde no existen subsidios y el costo de la energía
eléctrica o el gas multiplica por 7 u 8 el de Capital y Gran Buenos Aires,
tampoco hubo inversión y los cortes abundan. Ni siquiera hay diferencias entre
empresas provinciales estatales y privadas.
Y ese es uno de los meollos de la
cuestión: los subsidios a la energía son insostenibles, pero el costo político
de quitarlos puede resultar terminal para un Gobierno que no para de caer en la
consideración de la gente. Estamos en un círculo vicioso; si se quitan los
subsidios pueden incendiarse socialmente Buenos Aires y el conurbano. Si se
dejan los subsidios, no solo tienen las empresas excusa para no invertir, si no
que revienta el presupuesto, hay que emitir más moneda, seguir devaluando y
acelerar la inflación. Game over.
Un amigo me hacía notar que
menguó muchísimo en los foros de internet la presencia de acérrimos defensores
del Gobierno. No sólo eso; la nave insignia de la bajada de línea oficialista,
el ultrajustificadordecualquiercosa 678, ha dedicado sus últimas emisiones a
repetir programas ya emitidos. No hay respuestas y por tanto lo mejor es
borrarse. La aceleración de la inflación, las rebeliones policiales, los
saqueos, los cortes de luz, el ascenso de Milani, por mencionar sólo lo
coyuntural de este Diciembre, NO ESTABAN CONTEMPLADOS EN EL DISCURSO OFICIAL.
Mientras se elabora uno nuevo y se preparan las fuerzas del orden para lo que
viene, han dejado el escenario vacío.
Como símbolo final, el Mausoleo
de Nestor-Él, construido por el amigo-socio-testaferro, ha comenzado a
derrumbarse.
Esperemos que aguante. Todavía
faltan dos años.
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