Pocos recuerdan que aquellos feroces opositores a Rosas
conocidos como la Generación del ´37 habían comenzado su vida pública ofreciéndose
como intelectuales al servicio del caudillo. Don Juan Manuel, en el apogeo de
su poder, los ninguneó: el no necesitaba ningún barniz que diera lustre a su
Gobierno. De ese rechazo, nacería el encono.
Más acá en el tiempo, ni los participantes de FORJA ni los
revisionistas lograron convencer al General Perón que acepte su tutoría
ideológica. Algunos cargos menores para ciertos forjistas, anchoas para cruzar
el desierto a los historiadores que pretendían ser oficiales, y nada más. El
Poder se ejerce, no se justifica con ideas.
Los intelectuales de Carta Abierta parecen no saber nada de
historia. Se empeñan cada día en encontrar demostraciones inteligentes y
progresistas para mostrar que el Gobierno de los Kirchner es la encarnadura de
los ideales revolucionarios que nacen en Mayo de 1810 y atraviesan todas las
etapas de nuestra Patria (así, con mayúsculas). Cada tanto, se miran
desconcertados y guardan silencio. No emiten opinión ni cartas ante
barrabasadas como la Ley antiterrorista, la de las ART o los espasmódicos
ataques de Blumberguismo (“la inseguridad la fomentan los jueces al dejar que
los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra”). Los libros se
les queman y no encuentran un solo argumento que justifique por izquierda estas
incomodas medidas y declaraciones. Ni hablar de la Barrick o Monsanto. No son
corporaciones, no existen, no las ven, no insistan.
¡Tantas horas de lectura, tantos posgrados, tantas
disertaciones y no pueden manejar la agenda ideológica del Gobierno Nacional y
Popular!
¿Por qué Cristina no los eligió a ellos? Simple; porque
tiene a otros que cumplen ese papel. ¡Y con ventaja! Los intelectuales tienen la
mala costumbre de presentar, a veces, dudas. No hablan un lenguaje accesible a
todo el mundo. Suelen pensar y eso no siempre es lo que más conviene.
Los Think Tank preferidos del Kirchnerismo están lejos de la
Academia. Se han formado en las entrañas del Malo más Malo de todos los Malos:
El Grupo Clarín. Barone, Gvirtz, Russo, y otros mamarrachos bien pagos,
cambiaron de bando y, si ayer tributaron al menemismo, a la dictadura o al Gran
Diario Argentino, hoy son militantes de la causa popular y la defienden con
todo lo que tienen (poco, aparte del caradurismo).
Los intelectuales orgánicos de Carta Abierta callan, tragan saliva y esperan su momento. Mientras tanto, aprovechan para ir a cobrar el cheque. Que si la vida no te da alegrías intelectuales, al menos te llene la panza. Primun vivere, deinde philosophari.
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